martes, 20 de septiembre de 2011

Nuestra carrera de Ciencia Política, sus desafíos presentes y futuros.

Terminaron las elecciones y llega la hora del balance. Por un lado, nos alegramos por el alto grado de participación en el proceso y felicitamos a Luis Tonelli por renovar su mandato como director de la carrera. Pero, por otra parte, también queremos agradecer especialmente a quienes nos acompañaron en nuestro frente. “Politólogos para la Victoria” fue parte de una lista de unidad que ganó el claustro de graduados y apoyó el armado político que, acompañando a Gisela Catanzaro, se impuso en el claustro de estudiantes.
La Carrera de Ciencia Política está viva. Esto quedó demostrado por el grado de participación de estudiantes, graduados y profesores. Especialmente destacable fue el importantísimo número de votantes entre los graduados. Esto significa que quienes encarnan el presente de la Ciencia Política tienen algo que decir, y este “algo” es diferente de lo que se vino diciendo y escuchando hasta ahora. Llegó, entonces, su hora.
Y por estar viva, nuestra Carrera necesita una renovación generacional. No se trata de invalidar la historia ni desmerecer los logros del pasado. La calidad y competencia profesional de los graduados de hoy son tan evidentes como el reconocimiento social que ha alcanzado la disciplina: cuando alguien dice hoy “soy politólogo de la UBA”, su interlocutor entiende inmediatamente de qué se está hablando. Por el contrario, es necesario darle un espacio a las nuevas generaciones, a sus ideas y proyectos, partiendo de lo que entre todos hemos construido. Es sobre este futuro ineludible que debemos pensar hoy, un mañana que requiere abordar, entre otras cuestiones, las siguientes:

a) una discusión seria del plan de estudio;

b) la normalización y regularización de los concursos docentes en todos los niveles;

c) la publicación de una Revista oficial de la carrera que cumpla con los estándares académicos e investigativos nacionales e internacionales;

d) la realización regular de las Jornadas de la Carrera de Ciencia Política y la organización de un congreso bianual que alcance la masividad de los que realizan otras carreras de la Facultad;

e) el fomento de espacios de socialibilidad para todos los claustros, en particular en el caso de los graduados, que por su particular posición, con la excepción parcial de los auxiliares docentes, tienen menor contacto con la vida diaria de la carrera;

f) la existencia de una maestría en Ciencia Política en nuestra Facultad;

g) la institucionalización y el aumento de los convenios o acuerdos con asociaciones civiles, organismos públicos y privados, partidos políticos que permitan articular el conocimiento y la gestión.

h) La generación de una política de extensión universitaria, que vincule a la carrera con diversas realidades sociales y políticas.

Esta enumeración básica, ni exclusiva ni excluyente, refleja aspectos cuya gestión debe mejorarse para que nuestra carrera esté a la altura de lo que esperamos de ella. Y solo se hará posible cuando la carrera de Ciencia Política vuelva a ser un actor de peso en la dinámica político-institucional de nuestra facultad.
Nuestra carrera debe reconocer que, como toda institución, también es un producto de la historia. Su fundación data de un momento particular del proceso político argentino: la transición democrática. Desde entonces, la sociedad argentina se ha transformado y estos cambios (en especial los de la última década), exigen que el proyecto de carrera se adecue o, al menos se relacione en forma más consistente, con el modelo de país y el contexto regional e internacional que se avecina. Para ello es importante, no sólo incorporar nuevas temáticas o enfoques sino, sobre todo, tomar consciencia de lo que la Argentina del presente y del futuro espera de la Ciencia Política, y lo que espera la carrera de Ciencia Política de la UBA del presente y el futuro argentinos. Los estudiantes, graduados y profesores de la Carrera de Ciencia Política tienen por formación y por convicción un compromiso con la institucionalidad democrática. Pero para que ese compromiso no sea ni superficial ni vacío ni formalista, debe ser parte de nuestras prácticas cotidianas. La Junta de la Carrera es, como cuerpo representativo, el lugar donde se deben poner en escena las diferencias y también el mejor ámbito para lograr acuerdos sustantivos sostenibles en el tiempo. En este sentido, la gestión de la Carrera no puede depender exclusivamente de la voluntad o capacidad personal del director y de quienes lo acompañan. Necesita de todos y todas los que formamos parte de la carrera para responder a las demandas científicas, académicas y políticas de la Argentina que se viene.
Desde nuestro espacio, convocamos a todas las fuerzas a trabajar por y para la
Ciencia Política. Nosotros haremos lo propio.

Politólog@s para la Victoria
19 de septiembre de 2011

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